Bogotá, febrero 2 de 2018. No todo es plata. Eso lo tiene claro Yeison Hernández, habitante del corregimiento de La Victoria de San Isidro del municipio de La Jagua de Ibirico en el Cesar. Hace 12 años llegaron “las empresas”, como llama a las mineras, a explotar carbón en su zona y la relación arrancó tirante.

“Para nadie es un secreto que en esa época la relación entre la población y las empresas privadas era conflictiva por la falta de confianza. Antes el aporte se limitaba a las regalías y ese dinero se perdía en proyectos fantasmas. Ahora se están acercando directamente a las personas, entendiendo las problemáticas e involucrándose de manera positiva en ellas” resume Hernández, de 32 años, técnico profesional en Producción Agrícola.

Actualmente el Grupo Prodeco lidera cerca de 64 unidades o proyectos productivos con la comunidad, los cuales están enfocados en educación ambiental y social, reciclaje de basuras y emprendimientos empresariales. “Todos han generado un impacto positivo en el municipio durante los últimos cinco años”, cuenta Hernández.

Le emociona hablar de lo que hace porque siente que se amolda a sus capacidades y necesidades. Hace parte de la Asociación de Técnicos y Profesionales en Pro de La Serranía del Perijá (ASOTEPROS), que se encarga de comercializar café en el municipio desde el año pasado. “Además, hemos creado nuestra propia marca: Café La Victoria, del pueblo de los mil colores”, dice.

¿Qué hizo la empresa por la comunidad? En el caso de Hernández, “el apoyo del Grupo Prodeco ha sido muy valioso, en este momento se está construyendo un centro de acopio que nos permitirá especializar nuestra labor. Vendimos nuestras primeras 3.600 libras del producto para la pasada temporada navideña. Además, la compañía firmó un convenio con la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia (Federecafé) para impulsar nuestras ventas y que podamos ser uno de los principales distribuidores para sus casinos este año (2018)”.

La relación de personas como Hernández con el Grupo Prodeco fluye en la medida en que perciben que hay un relacionamiento de confianza de ambas partes. Hoy en día, su hermana Osiris Janeth Hernández y su madre Emilse Cáceres están vinculadas al proyecto de madres cabezas de hogar ASOMAVIC. “También tengo primos que se han empleado con el Grupo Prodeco”, comenta.

Y el tema en materia de relacionamiento no se refiere solo a recibir para confiar o a esperar un beneficio sin aportar. “Antes la percepción estaba encasillada en que las empresas no estaban generando ningún aporte a la región, pero ahora se nota un jalonamiento de los recursos, el impacto social, la seguridad y la empatía con la comunidad”, comenta Hernández.

En materia de relacionamiento no todo tiene que ver con darle gusto a los detractores ni cerrar los ojos ante lo que no se comparte. Se trata de hallar puntos de encuentro y convivencia. “Queramos o no la minería siempre va a ser parte de la dinámica de nuestras comunidades. Empresas como el Grupo Prodeco lo están haciendo bien, legal y preocupándose por la comunidad. Lo ideal es que podamos convivir de la mejor manera, aunque como ambientalistas no estemos de acuerdo en un 100 por ciento”, dice Hernández.

Y reflexiona al punto de que lanza su fórmula para que el relacionamiento entre las comunidades y el sector minero sea fluido: “hay que dialogar con todas las partes interesadas en la cadena de la minería: Gobierno, empresas y sociedad civil y llegar a acuerdos que enriquezcan las dinámicas sociales del municipio en el que se va a explotar. Lo ideal es que la minería sea regulada y bien hecha”.